miércoles, 25 de junio de 2008

Ex-Plorado

A veces pienso que el mero hecho de existir la opinión, conlleva de por sí algo irregular.
Tiene un precio altísimo emitir comentario alguno, sobre todo dependiendo de las circunstancias en las que uno se encuentra con gente que no sabe del tema en cuestion conversar placidamente, juzgar, delatar y opinar de Moto náutica o Astrología, por ejemplo.
Las palabras son gratis, para muchos inclusive para mí y sobretodo mientras escribo esta descripción absurda.
El peso de las palabras me ha condenado desde siempre. Desde las mentiras más absurdas hasta las verdades más molestas, intentando decir algo en algún aspecto o disposición.
Trato siempre de pensar con mucho cuidado lo que digo, la variedad de interpretaciones juega un papel importante en mí. Mas nunca lo logro. Le temo mucho a las palabras debido a que condicionan y revelan las propias acciones de cualquier individuo. Cuanto más alienado esté, menos pensare en esas palabras.
Las emito suave, para ponerles intensidad con viento, dejo que pequeños cuchillos broten de mis labios y me pongan en jaque, finalmente. A veces emanan flores desconocidas, siempre llenas de espinas, crueles, hermosas que regalo envueltas en miedos de terciopelo con los cuales deseo convidarte. Ahora elijo el silencio, que no trae nada consigo más que un vacío inalterable y la promesa de envolvernos para siempre.


PDG

martes, 24 de junio de 2008

MDQ

XIV- EL HOMBRE Y LA MAR¡

Para siempre, hombre libre, a la mar tu amarás!
Es tu espejo la mar; mira, contempla tu alma
en el vaivén sin fin de su oleada calma,
y tan hondo tu espíritu y amargo sentirás.
Sumergirte en el fondo de tu imagen te dejas;
con tus ojos y brazos la estrechas,
y tu ardor se distrae por momentos
de su propio rumoral salvaje e indomable resonar de sus quejas.
Oscuros a la vez ambos sois y discretos:
hombre, nadie sondeó el fondo de tus simas,
tus íntimas riquezas, oh mar, a nadie arrimas,
¡con tan celoso afán calláis vuestros secretos!
Y en tanto van pasando los siglos incontables
sin piedad ni aflicción vosotros os sitiáis,
de tal modo la muerte y la matanza amáis,
¡oh eternos combatientes, oh hermanos implacables!


Baudelaire